jueves, 2 de diciembre de 2010

De los maestros del cine mexicano (2)


Si quieres mirar mis cartas
tienes que pagar por ver
Martín contesta sereno
te apostaré mi mujer
tenía una mano segura
sabía que no iba a perder.
Los tigres del norte en «El tahúr»
Mario Almada Otero, según Wikipedia, tiene 88 años, y el 7 de enero cumplirá uno más. A diferencia de Fortino Mario Alfonso Moreno Reyes, «Cantinflas», que nació en la Ciudad de México es norteño, de Huatabampo, Sonora. Su primer trabajo, Beloved Mother, fue en 1935, cuatro años después de que apareciera el cortometraje mudo de 17 minutos de Un perro andaluz dirigido por Luis Buñuel y con la colaboración en el guión de Salvador Dalí. Sin embargo, su verdadera producción parte en la década de los 60’s con el rodaje de tres cintas; cabe señalar que al momento en que eran sometidos, en Tlaltelolco, unos pocos estudiantes revoltosos, malagradecidos con el bendito sistema político mexicano, él participaba en El tesoro de Atahualpam. El número de filmes en los que ha tomado parte supera los cien. A pesar de la edad, este año intervino en un par: Mar muerto y El infierno. La primera está en post-producción, pero sé que fue rodada en el D.F., que dará vida a «Ulises» y que los adelantos son para vomitar. En la segunda todos pudimos apreciar su maestría en inigualable e insospechada escena para el cine mexicano donde hace de «el texano» traficante que vende alguna clase de mota con «el Benny» (Damian Alcazar) y «el cochiloco» (Joaquín Cosío). ¶ De Mario Almada poseo, en términos concretos, dos cosas. La primera es un recuerdo. En casa del «Colchas» tuvimos, hará cuatro o cinco años, varias personas una especie de encerrón para ver cine mexicano. En la selección apareció, por la dirección de Ruben Galindo, «La banda del carro rojo» (1978); de ella aprendí que los narcos son creativos pa’ llevar y traer y les encantan los burdeles y «pistear» (verbo conjunto que fusiona dos actos: «pist» y «ear», «pist» de pisto, vino y «ear» de andar, caminar; ergo «pistear» es tomar vino andando), que hablan fuerte, con lenguaje altisonante acentuaando el norteeño, siempre pistola en mano y que traen unas viejas carnosas de pasado trágico y muy gastadoras pero que lo recompensan con ropa ajustada, breve y mucho amoor. La segunda es un objeto. Una playera morada con la cara del tipo encañonando al de enfrente, con un automóvil ochentero, de esos de trompa larga y sillónsotes como pa’ ponerlos en la sala principal y cajuela suelta y presta a los arrumacos. El que sea amigo de mi padre es cosa aparte. ¶

martes, 16 de noviembre de 2010

De los maestros del cine mexicano (1)


Sin lectura misógina/feminista

Debí tener no más de ocho años cuando me enfrente a una de las realidades más frías y exactas de la vida. No fue por un discurso de mi padre, los abuelos o el tío sabelotodo. Tampoco mi madre tuvo que ver, ni lo hallé en alguna lectura, menos pude escucharlo de alguna plática de adultos en la calle. Fue en el cine; en una de esas funciones matutinas a las que los padres nos llevaban los domingos; pagaban el ticket, en la entrada daban algunas monedas para caramelos o palomitas de maíz y proporcionaban instrucciones para el comportamiento dentro y fuera. No recuerdo bien a bien la fecha, pero tengo claro que fue antes de cursar el sexto grado de la primaria porque para entonces ya me hacía un experto en el tema. ¶ En 1972, Rodolfo Guzmán Huerta (1917-1984), «Santo, el enmascarado de plata» se enfrentó a las mujeres lobas. Esa épica batalla la llevó al cine con la dirección de Jaime Jiménez Pons y las actuaciones de Rodolfo de Anda, Gloria Mayo, Jorge Rusek [sic], Federico Falcón, Eika Carlson, Nubia Marti y no sé cuántos más. Como en toda la filmoteca del ídolo; apareció con un auto descapotado de dos plazas en colores vivos andando por la ciudad o carreteras a velocidades considerables. No redactaré un abtract; el objetivo dista -además que es parte de la noción popular la anécdota-. Tampoco hablaré de la calidad de los diálogos, del trabajo de imagen, de los efectos visuales, de la moda del tiempo o de la intriga. ¶ Esa película, afirmo en las primeras líneas, me enfrentó a la fría realidad proporcionándome verdades innegables:

  1. que toda mujer, bonita o no, lleva un monstruo-bestia dentro, el cual es incontrolable e irracional,
  2. que para «enfrentárteles» es necesario ser de «plata»: ergo tener dinero, evidenciable en el poder adquisitivo (máscara de plata -no de barro-, autos de lujo –jamás un bocho-, casas suntuosas –nunca el depa en Gabilanes-) y otros detalles (poder pagar gimnasio para tener un cuerpo «descentre» en la batalla –nunca un flaco pelea y los gordos traen playeras que los ocultan),
  3. que «verbo mata carita», pues importa poco ser guapo («Santo» era tan feo que ocultaba su rostro) sino tener sus propias mañas. Una de ellas: demostrar seguridad en todo momento a pesar de que se vengan los chingadazos contra un montón de fieras y sea casi imposible salir librado. Otra de ellas: tener algo de excéntrico, en este caso la capa o pantalones ajustados o trajes de seda brillante. Una más: contar con el «toque impredecible», Santo «volaba» encima de ellas y tenía una voz ronca, bien perra –varonil aciertan los cánones de conducta-.

Aclaro, el film debí verlo en esas infinitas repeticiones, que fueron más de tres veces entre la matiné escolar y las tenaces duplicaciones en televisión. Aclaro, aumentando la lista, que, en 2012, de ser el primer Senador independiente en la República –electo no por sufragio sino por aclamación popular- llevaré como propuesta de ley que «Santo contra las mujeres lobas» deberá obligarse su reproducción por lo contundente de su enseñanza en las secundarias en la cátedra «Netas, amarguras y arte, a la que Samuel «el perro» Rodríguez propondrá un proyecto nacional –a su tiempo, claro está-.



jueves, 11 de noviembre de 2010

StanciaStarbuksSacatecas

imagen: letraslibres.com
.el.mayor.espectáculo.del.siglo.XXI.
Opté por sentarme un uno de esos escritorios compartidos. Se encontraban dos personas; sobre la cabecera, una joven mujer con su iPod, celular y notebook, en un costado, un obeso y blanquísimo hombre pegado a su Mac. Ambos, era notorio, llevaban tiempo ahí; por la cantidad de vasos y platos podría adivinarse, al menos, media hora entre desayuno y conexión web. Ambos, también evidente, no se conocían; habían llegado a ese lugar al igual que yo, por su lado, con su tiempo, a fines prácticos individuales. No buscaban flirtear, amistades o sabores-olores estimulantes. ¶ Era el único con un libro -no sólo en la mesa, podría apostar en el lugar-. Sólo «café del día», grande, que me deje leer sesenta-noventa minutos. Ya con libro y café, ya ocupando una silla, ya llenando el espacio necesario para que los tres seres en la mesa no sintiéramos ahogo. En sesenta minutos no pasó nada. Se escuchaban risas, platicas, entonaciones; muestras de comunicación de las mesas y sillones circundantes. De pronto, el tipo obeso-blanco cerró la lap, desconectándola y guardándole en un pequeño maletín. Se levantó haciendo el ritual de salida. Dirigiéndose, antes de salir, dijo a la señorita: «que termine pronto» y siguió su camino. Absorto en mi lectura me detuve: «no me dijo nada, de mí no se despidió» ¶ El golpe fue simbólico y directo: ¿qué hace un hombre en un café con un libro? En México no se lee y –acotación- menos en los cafés. A diferencia que en Europa, escribe Steiner, el café es sustancial para entenderla, acá parece que es para otras cosas, menos para la identidad cultural-intelectual. El café sirve para hallar los amigos, para citar los negocios, para comentar la política, para tramar el mundo, para comer, para beber cien tipos distintos de líquidos pero no, ¡ho, pecado capital!, para estar solo, leer, buscar ese otro mínimo cuerpo que recuerde los principios de la sociabilidad. No, acá el café no es para leer; es para conectarte a la red gratuita, para sorber bebidas dulces, para charlar palabras que se disuelven en el aire de los caminantes, para hacerte ver, para el oasis de las clases sociales. ¶ Leer es hacer nada: inmovilidad total, desapego a los cánones económicos, pérdida de tiempo, efecto de improductividad, el desperdicio total de una vida que de paso respira el aire de los que sí hacen algo. Leer en público es el cinismo máximo; la desvergüenza del grosero que grita leperadas para saludar, el albañil que no deja pasar falda alguna, el político corrupto que sirve a propósitos deshonestos, el novio que miente para obtener sexo de su pareja, el maestro de primaria que en el salón de clase está preocupado por sus goces sindicales. Leer, está bien; todos tenemos una vida privada e íntima, eso es un tema; halla en la soledad donde nadie debe-puede saberlo. Leer en público es destapar coladeras delante de todos, frente al mundo darte un balazo, inmolarte por el color azul… ¶ Aún, sabedor de la transgresión pública de la que soy partícipe he decidido, para los miércoles, asistir a mi propio show público: enrejado, con la mesita delante, en un cómo sillón, invito al público a buscarme, a verme, a asistir a la jaula del lector, como lo hacen los niños frente a la jaula de los tigres. Fuera, pondrán letreros magnificentes: «¡Único espectáculo! Sólo los miércoles de medio día. Un hombre que lee un libro»…

viernes, 29 de octubre de 2010

Hollow Talk

Tomado, muy probablemente, con un celular, el video presenta más de trescientos mil pájaros reunidos en una hora indeterminada del día. El original dura apenas un minuto, con un cielo de fondo que bien puede ser el amanecer o el atardecer. De fondo se escucha el viento y en ocasiones algunas voces ilegibles. La imagen es una y mil; un baile entre las aves que a nuestra mirada crean formas para incitar la imaginación. Van, suben, parecen olas debajo las nubes; se esparcen, vuelven, bajan; se concentran, se poseen, el arrastre; son monstruos, se dejan, animal marítimo que se presenta multiforme. Hermosa maravilla a nuestros citadinos ojos, es la presencia innata del creador único de mitos que, a la distancia, nos muestra un río, algunos árboles lejanos y lo que puede ser una cabaña… Luego, en otro video se le ve reproducido cinco veces en «T.R.», con la música de Young Believer en «Hollow talk». La sinfonía es un todo diálogo; fusión sincrónica de/entre imagen y sonido.

sábado, 9 de octubre de 2010

Amargadeces de la limpieza bucal

¿En qué se piensa cuando se está en el consultorio del dentista?
En la etapa de chistes malos, gustaba del: «de no ser esto, hubiera elegido la ginecología. De no ser rico sería, al menos, feliz» y de ahí devenía otros, igual sobre oficios y trabajos, que terminaban en el «ser dentista no puede ser del todo bueno; eso de andar en boca de todos…». Alguien me dijo que reflejaba miedos con esos comentarios. Nunca dije que no. <> Ahora, sentado-recostado, mientras escuchaba el taladro partir la muela que me había hecho imposible la vida un par de días atrás, no podía pensar nada. Nada apareció cuando las inyecciones anestésicas, nada apareció cuando el martilleo, nada cuando el médico presionaba sobre mi quijada. Nada, nada a pesar de la fuerte luz de la lámpara sobre mi rostro. Lo que apareció fue un alivio cuando el asistente me vio e hizo la mueca de «fue todo». Y, así, nada me vino a la mente… <> De esto, entiendo que no soy parte de ese 8 o 15 por ciento de personas que le tienen fobia al dentista. Pero sí sé que soy ese otro parte del porcentaje que presenta ciertos malestares y ansiedades. No, no padezco «dentofobia». Pero sí padezco recelos y miedos con el dentista… <>

martes, 28 de septiembre de 2010

Re-Neo-Costumbrismos

Max Hartshorne photo

Amargedeces del celular

Es de pésimo gusto el sonar del timbre del celular. Aún cuando, puedo entender, las personas utilicen el tono porque se encuentran lejos de su móvil, sigue pareciéndome exótico. Aún cuando, trato de ponerme en el lugar, las mueres que lo llevan dentro de su bolso y sea la única forma de atenderlo, continúa dándome la impresión de estar frente a personas desconsideradas. Quizá deba utilizarse el motivo auditivo por [in]cultura, costumbre o ignorancia de cómo deshabilitarle, quizá, y este es el motivo que «más mejor» alcanzo a percibir, sea por una necesidad, imperiosa y descontrolada, de llamar la atención o hacerse presente a costa de los oídos, la tolerancia, de los presentes. Peor los que, además, lo portan en la cintura, para ellos ni siquiera tengo palabras…

sábado, 7 de agosto de 2010

Animal de papel [2]

∙ Los sin club ∙
[Ho, stop]
Para el año de 1999 se estrenó la cinta «Fight Club» y casi al instante sus ocho reglas se universalizaron; podían encontrarse pintas en barrios peligrosos, alguna de ellas era pronunciada en el café o en la cantina, fueron emuladas en reuniones, múltiples asociaciones las hicieron propias e incontables citas fueron leídas en baños, parques o respaldos de autobuses. Aún más, el soundtrack fue uno de los más vistos en su tiempo; junto con la selección de contundentes imágenes la banda sonora de Pixies con «Where is my mind?», se volvió leyenda. Al tiempo, Google da referencias aproximadas a 1,830,000 sitios que aluden, en lo menos, el título del filme –va en aumento-; Wikipedia semi-detalla la película proporcionando citas de estudio y recomienda links con regular atino; en la página oficial de la Fox 20 Century está a la venta el Dvd, con sinopsis, la tarjeta de equipo, características, trailer, descargas, promociones, newsletter, aunado al punch que otorga Tyler Durden acusando al lector: «¿Qué tanto conoces de tí [sic]mismo si nunca has estado en una pelea?»; todo ello es mínimo al lado de direcciones que emulan, citan y/o estimulan clanes prototipo.
. El principio de identidad y diferencia: el eje simplista de la otredad se hacía/es tan evidente. Sólo un miembro conoce otro cofrade; con la mirada, por las señas, quizá con alguna secretísima cortesía desconocida, porque «nadie», «NADIE» debe hablar del Club… Ergo el que no es o desea-ser o ignora lo que no es. Sin embargo, si desea-ser o lo hace público o lo niega, pero en lo privado no lo hace. Si ignora es peor, aunque no doloroso; sin sufrimiento desconoce esa vida «esotérica». El que es posee-discierne un color más en/a diferencia del que no: la identidad frente a la otredad. Ser del Club entinta, coloreando, a su vez, el entorno: un juego de adjetivos. El concepto masificado devino en un principio de identidad –me atrevo a afirmar, casi tan profundo como el que Steiner da al café para entender Europa-. En esa idea, Clément Rosset en su en su ensayo «Identidad social e identidad personal» cita las líneas de Michel Tournier:
Había una vez un hombre que había tenido una escaramuza con la policía. Una vez acabado el asunto, queda una carpeta que corre el riesgo de resurgir a la primera ocasión. Entonces, nuestro hombre decide destruirla y se introduce con este fin en los locales del Quai des Orfèvres. Naturalmente, no tiene ni el tiempo ni el medio de encontrar su carpeta. Entonces debe suprimir todo el «sumario», lo que hace en efecto incendiando los locales con la ayuda de un bidón de gasolina.
Esta primera aventura coronada por el éxito y su convicción de que los papeles son un mal absoluto del que conviene liberar a la humanidad lo animan a perseverar en esta vía. Habiendo convertido su fortuna metódica de las prefecturas, los ayuntamientos, las comisarías, etc., incendiando todas las carpetas, todos los registros, todos los archivos, y, como trabajaba solo, era inatrapable.
Ahora bien, he aquí que constata un fenómeno extraordinario: en los barrios en los que había llevado a cabo su obra, la gente caminaba curvada hacia el suelo, de su boca escapaban sonidos inarticulados, en resumen, estaban en vía de convertirse en animal.
Terminó por comprender que queriendo liberar a la humanidad, la rebajaba a un nivel bestial, porque el alma humana está hecha de papel.

http://www.youtube.com/watch?v=RCD14IrOcIs

lunes, 2 de agosto de 2010

animal.de.papel...

Remise
Luego del armagedón la última generación de seres humanos vivos luchó por preservar-perseverar lo que les era. Todo había sido destruido por las explosiones nucleares, además que se encontraban rodeados por abundantes mares venidos del descongelamiento de los polos. Con pocas herramientas y sin mucha imaginación para «hacércela», pensaron en volver a la tradición primigenia: re-hacer el fuego, anecdotar sobre las paredes de las cavernas, cobijar los sueños de los niños con cuentos, alegrar la existencia en cánticos. Nada más sólido –recrearon- que fundar la nueva civilización con los pretéritos instrumentos y reglas. Sin embargo, sucedió lo no contemplado; los niños que nacían ya no poseían las cualidades físicas e inteligibles necesarias: töricht. Calvos por entero, con la espalda curva, los brazos alargados, las piernas encogidas; prácticamente cuadrúpedos, deambulaban torpes entre pastizales olfateándose los rincones del cuerpo. Sin retener aprendizaje alguno, emitiendo sonidos chillantes desarticulados, se recostaban temerosos de la oscuridad nocturna igual que cualquier otra criatura; estultos hasta la ofensa, habían perdido toda cualidad pensante.
. Julio Verne, con el toque profético que caracterizó su prosa, recreo en una singular historia la idea del fin de la humanidad en un juego de/con el tiempo: el futuro vuelto al pasado. Un sarcasmo literario donde el último hombre era hermano siamés del primer hombre; donde el proceso evolutivo del lenguaje, del conocimiento, de las artes, de la cultura, de las sociedades, quedaba en el olvido y ese primer-último encarna la repulsa del homo omnimödus. En esencia, es el trazo que dejan las huellas al caminar sobre la arena del mar que terminan por encontrarse, al final del día, en el mismo punto donde esa caminata debió iniciar, al amanecer. Predispuesto en la ficción, el être humain deberá errar sobre el eterno círculo de sus propios trancos, la infancia recurrente sin tiempo por recordad, sin memoria que vigilar.
. Es imposible recordar quién declaró la guerra a quién, quién oprimió primero el botón rojo, quién olvidó el poder autodestructivo y, sucumbiendo a su ambición de/por el dominio, parió la destrucción total. Los pocos seres humanos que sobrevivieron a la masiva catástrofe optaron por reunirse formando pequeñas comunas, sociedades sin contacto ni comunicación de ningún tipo con otras por ahí regadas. El mundo se transformó en una estela de campos grisáceos, cielos negruzcos, aíres difíciles de respirar; con breves comunas de hombres y mujeres decrépitos dañados en lo físico y mental a causa de lo vivido, de lo visto. En su sano juicio optaron concisar los asuntos en no más de tres: tener un techo, llevar alimento a la boca, cubrirse del frío. Trataron la tierra con respeto asignándole propiedades mágicas; se vieron a sí mismos como reflejos en espejos hallando en los cielos pocas respuestas, muchas preguntas; concibieron en los cantos, en las breves historias, la más elemental de las formas de sentirse humanos, formas exotéricas, especiales, míticas.
. Y, a pesar de esa lucha, cada uno de los recién nacidos no contaba con herramienta inteligible alguna. La nueva raza había sido de-generada; la negación de su antecesora. Todo lo pasado no era lo mejor; una venganza sutil e irónica de la naturaleza. Fue la vuelta al inicio, el cierre del círculo trazado por la humanidad que llegaba a su final-principio. En ese lugar dieron cuenta de la fatalidad. Nada pasado fue posible. Sin papel no subsistía ni existiría manera de permanecer. Sin escritura no hubo forma de perpetuarse para los pasos evolutivos… El tiempo se reinicia, entonces.

domingo, 11 de julio de 2010

Del aneC[áncer]dotari[Le]o (2de3)

[par]anéC[áncer]dota

En una charla entre Octavio Paz (México, 1914-1998) y Joaquín Soler Serrano (Murcia, 1919) se sostenía la idea de que una de las grandes necesidades para los países hispanohablantes ha sido la ausencia de un siglo XVIII a la europea. El primero afirmaba que, seguramente pensando en México, existe un enorme vacío en el empleo y la práctica del pensamiento, la vida y la política, porque al existir ese vacío todo era consistente en formar una tradición del fracaso al tiempo de ingresar al mundo moderno. Así, el primero sostuvo que:
«La cultura hispánica […] es una civilización a la cual le falta –es la gran carencia nuestra- la dimensión crítica. Nosotros, tuvimos un siglo XVII espléndido y hemos tenido un siglo XX no tan malo; hemos tenido grandes novelistas y grandes poetas. Lo que no hemos tenido es un buen siglo XVIII, es decir no tuvimos una buena edad crítica. Ahora bien es muy importante, porque la crítica le enseñó a los europeos en el siglo XVIII la tolerancia. En la tradición española tenemos un Calderón, tenemos un Cervantes; pero nos falta un Hume, un Lock, un Kant, un Diderot, un Voltaire: es lo que no tenemos. Y, esto es la herencia que tenemos que recobrar y reinventar[…]»
Reinventar la tradición de la doxa y la paradoxa; recobrar el poder de la palabra arbitrando nuestro –propio- lenguaje. Sembrar en el campo de la crítica, del pluralismo, de la tolerancia. Encontrarnos en los caminos del escepticismo, de la confianza. Ser artistas en el acto de convivir sin querer cambiar al otro. Hallar un sitio para dialogar, crear, concebir; para sabernos, para conocernos, para intrigar, para -en un afán dieciochesco- leernos los pensamientos, los actuares, los placeres, para –íntimamente- ligarnos, ser afines al mundo moderno, pisar la luna…

Entrevista de Soler Serrano con Octavio Paz: http://www.youtube.com/watch?v=3eW6Xl4a_EE&feature=related

miércoles, 7 de julio de 2010

Del AneC[áncer]dorario (1de3)

Los autómatas republicanosm de George Grozz
anéC[áncer]dota
El martes 6 de julio apareció en el diario El Universal una de las colaboraciones editoriales que sigo religiosamente. Guillermo Sheridan escribió esa ocasión «Los académicos al poder» e, igual que hago en este momento, usaba de pretexto el diálogo entre algunos individuos sobre la postura que debía tener la academia frente a la coyuntura política vivida en ese momento, luego de vivir elecciones para gobernador en 11 estados mexicanos. Al final, aseveró los riesgos de «oficializar» el pensamiento en esa seducción de Siracusa. Las líneas me retrajeron a De los libros al poder de Gabriel Zaid. En más de trescientas páginas expone la historia, las necesidades; varios riesgos que se tienen cuando el universitario o académico se hacen del poder, lo acatan y lo justifican desde el deleitoso mundo del conocimiento. Doy cuenta que en México pocas son las reflexiones que se dan/ han dado sobre el tema. ¿Será que la mala lectura de la ideología cultural, que no es la misma que la política, trae falsas connotaciones o enjuiciamientos hipócritas? ¿Será que es preferido presenciar la lucha de los titanes desde la barra, con un trago en la mano, que entrenar, dirigir, arriesgarse? ¿Qué será?

sábado, 12 de junio de 2010

NacionesFundamentales (2de2)

MiMonstruoFaborito
Donde viven los idealistas
No creo en las naciones impuestas en la superficie. Dudo de las fronteras impuestas por marcos geográficos. Aborrezco las delimitaciones religiosas. Discrepo que existan confines entintados por los colores de la piel. Condeno los cotos incompatibles de las ideologías. Combato las líneas dispares de la sociedad y celebro cualquier inexistencia de todo lo anterior entre culturas. Acepto los contrastes. Iré más allá: las personas que amo son tan distintas a mí que es la misma incompatibilidad lo que fuerza los lazos. Veo en ello, como los Privilegios de la vista, la única forma de solventar lo que humanamente es posible; como un lugar Donde viven los idealistas.
. Prefiero creer en las naciones que el arte impone para revitalizarse a sí mismo; en las naciones creadas en los sueños de San que se brinda con esos enormes ojos pávidos y entusiastas. Prefiero creer en las risas brindadas y los abrazos sinceros; en los tiempos de lluvia, el sol de la tarde y la sal en la piel de toda mujer; en la música, la pintura, la poesía y todo lo que estremezca verdaderamente. Prefiero creer en el olor del sexo de las amantes, los sonidos del amor, los ojos cerrados que alivian el esfuerzo y los olores que se guardan en las manos; en la esperanza, el rojo, las lágrimas que serán y en Fenix




http://www.youtube.com/watch?v=rAfcBwYuNDU&playnext_from=TL&videos=slUqXvdzyTY

viernes, 11 de junio de 2010

Nacionesfundamentales (1de2)

Donde vienen los idealistas
Grow some big feet, holes in history
Is where youll find me, is where youll find
All is love, is love, is love, si love
Karen O & The Kids en «Where the wild things are»

En 1963 apareció por vez primera Donde viven los monstruos (Where the Wild Things Are). La novela, escrita por Maurice Sendak (NY, 1928) e ilustrada por Harper & Row, fue al instante un ícono para la literatura infantil. La recepción que hizo la sociedad euro apabulló todo texto anterior; ahora es un libro fundamental para la educación. Según las encuestas del 2009, el 75% de los niños alemanes no sólo lo conocían y lo habían escuchado por la lectura de sus padres, sino, además, tenían el ejemplar en su recámara. El porcentaje de los niños ingleses, holandeses, franceses y norteamericanos va por rangos del 60 al 40%. Fascinante. Tomando como base esta obra, el año pasado Spike Jonze (Maryland, 1969) dirigió un filme (http://wherethewildthingsare.warnerbros.com) con la hipnótica banda sonora de Carter Burwell, Karen O., and The Kids reunida en el disco Las Horas perdidas. . La historia se desarrolla en un universo imaginado, habitado por seres completamente extraños a nuestra percepción física. Dice la contraportada, impresa en español por Alfaguara, que «Las travesuras llevan a Max a su habitación castigado y sin cenar. Encerrado entre esas cuatro paredes, imagina un viaje fantástico al país de los monstruos, donde se convertirá en el rey. [es] Un libro para aprender a domar monstruos…». Su lectura es el retorno al mundo travieso que nos ataca en los recuerdos. Seguir a Max es acompañarnos a nosotros mismos a/por hermosos viajes simbólicos que nunca nos sacaron de la habitación para llevarnos a tiempos pasados, a tiempos futuros a tiempos míticos; a revolvernos con los dolores que aprendemos de las leyes gravitacionales; a enfrentar miedos para volver a despegar infinitamente… Es el lugar del eterno ciclo imaginativo de nuestra infancia que, como la de Max, podía esperar a cenar con la familia. ¿Recuerdan?

http://www.youtube.com/watch?v=rAfcBwYuNDU&playnext_from=TL&videos=SHo3NpAA3SM

martes, 18 de mayo de 2010

Del anécdotari[es]o [3de3]

Le gran amour, movie
Anécdot[res]a
Fue hasta el mes de abril que pude hacerme de La idea de Europa. Y, ese mes, se torna simbólico: San cumple años, está el día del niño, hay dos quincenas, hay un par de semanas de vacaciones, se abren algunas convocatorias, una amiga que quiero mucho ajusta sus más de 23, fue el tiempo que conocía a mi mujer, el clima es agradable, se estrenó en México «De donde vienen los monstruos», los nacidos en esos días llevan los signos zodiacales de Picis y de Aries, e infinidad de cosas más que no seguiré enumerando por flojera, privacidad y ya!

Apunte: dejé por más de 10 días el texto. Le perdí la huella porque se dieron los «proceso» de Christian, padawan de Chava, y Edgar Ochoa [sin acotación, por aquello de que el primo sea diputable]. En mayo lo retomo, no quiero quedarme en hojas por llevar como Agustin Yen [acotación, tampoco haré referencias, porque no tiene más su apellido y es chef] y todos los demás que han prometido y luego no los deja la gripe de los tiempos malos o la cuerda rota de la guitarra del ropavejero o el face-in-the-ofice o el Consejo sin acuerdo.

Volviendo a la idea de los cafés, Steiner asevera:
El café es un lugar para la cita y la conspiración, para el debate intelectual y para el cotilleo, para el fláneur y para el poeta o el metafísico con su cuaderno. Está abierto a todos; sin embargo, es también un club, una masonería de reconocimiento político o artístico-literario y de presencia programática. Una taza de café, una copa de vino, un té con ron proporcionan un local en el que trabajar, soñar, jugar ajedrez o simplemente mantenerse caliente todo el día. Es un club del espíritu y la poste-restante [apartado de correos] de los homeless.
Quizá, el café, sea alguno de los últimos reductos de libertad que quedan para el freelance. El espacio donde las discusiones llevan a grandes teorías, enormes textos, significativas ideas, que transforman la ciudad y el mundo o sólo hacen que el par de horas lleve un ritmo y luego, como por arte de magia, pagar la cuenta, hacer planes «para luego» e irse cada quien por su camino. Es, tal vez junto con la cantina, el bar con buena música o el taller, dónde los individuos son su nombre, no el apellido académico ni el título burocrático; arriesgados, en los sorbos de la bebida atreven algunas oraciones declaratorias ya de su ánimo político, ya de su enfoque personal ante el evento dado, ya de su desasosiego económico, vanal o cultural de lo que es o no acontece… Apuesto fuerte. Entiendo al café legado tangible de lo que Gabriel Zaid habla en «La institución invisible». Porque:
La cultura libre no tiene campus o edificios que manifiesten visiblemente su importancia, como la Iglesia o el Estado, la universidad o las trasnacionales. No puede ofrecer altos empleos, ni emprender por su cuenta proyectos que requieran grandes presupuestos. No tiene representantes autorizados, ni los avala con envestiduras oficiales. Opera […] en el espacio dialogante de la sociedad civil.
Iguales: pensador-artista; político-burócrata; comerciante-vagabundo, el que ahí va es un individuo, cobijado por su hermandad de mesa; respaldado sólo por el tono. No es que el café sea, ergo, el Olimpo; se le asemeja por la última oportunidad que ofrece a la paradoxa a los «post-post».

sábado, 15 de mayo de 2010

Del anécdotari[es]o [2de3]

Mark Rothko: blue&pink
Anécdo[s]ta
Para el mismo tiempo, tengo la confusión, vi que Salvador, «Chava» o «el güero», Lira le acercó un breve montón de libros a Carlos Ochoa. Digo breve montón porque no eran más de tres y podía aprisionarlos con una sola mano. El intercambio fue rápido, como en doble sentido: uno, para que todos vieran que ellos son lectores de temas afines, y dos, resguardando el temor de una transacción no del todo legal allá sus negocios-. De ese cuerpo bibliográfico el que iba al último o de primero fue-es del que traigo a la memoria: La idea de Europa de George Steiner. [Acotación: Confieso que hice una mueca de no sorpresa. Confieso, además, que entonces no le había leído, que lo conocía porque apenas dos semanas atrás lo encontré en alguna ola de ciber-navegación y en la librería «Andre-a»] Luego, el primero le dijo al segundo una de esas frases domingueras que alegran el lenguaje y/o provocan abstracciones de-en el pensamiento; no retuve el diálogo.
Apunte: esto lo podría sostener Alejandro, «the Mix», Saucedo y Alfonso me-Vale/nzuela o el «sr. Gato» y Samuel Rodríguez [Acotación: no subrayo nada con este por aquello de los sensible de su carácter; todo se lo toma personal], pero no Nico/lás, «Cabezota», González aunque crea que tenga poderes omnipresentes. Sin embargo, tengo la impresión que no del todo, pues cuando se dio «el acto», los señores estaban preocupadísimos por no sé qué de ignoro quién por tal o cuál; que, además, la memoria traiciona la imagen o viceversa.

jueves, 6 de mayo de 2010

Del anécdotari[es]o [1-3]

Sergio Garval, Tiempo de compras III, óleo/tela, 80x60cms, 2005

a[u]n[o]écdota

Recuerdo que en alguna ocasión, IvánDTC argüía un cambio de rumbo; dijo que la «comunidad del Fénix» debía transformarse del formato cuadrado en que vivía por uno que fuere más libre palabras más, palabras menos-. Afirmó, con ese tono que le caracteriza señalando sin señalar y con la mirada baja-, que había que pensar más en las libertades que se da en las charlas de café que por la «académica» que se tenía. Continúo insistiendo, por lo menos un par de veces más. Sin detallar los pormenores de esa transición, su intención o energía aminoró hasta que luego se transformó en otra más de sus frases célebres, «ideas geniales» en palabras de Miguel, «el gato», Muñoz.

Apunte: estoy seguro que varios individuos pueden sostener estas palabras como verídicas pero, también, traicioneras, pues es de todos sabidos que Iván no usa ese lenguaje y las dobles o terceras intenciones de sus palabras no están retratadas en estas líneas, además que su fraseología es más como la de «el filósofo de Guëmes».

lunes, 12 de abril de 2010

Los «sin libro»

Mi esposa y yo tuvimos el gran privilegio de ser invitados a cenar por Nadine Gordimer en su hermosa casa de Ciudad del Cabo durante los malos momentos, los momentos anteriores a la liberación. Invitó a cenar a los dirigentes del ANC (Congreso Nacional Africano), el Movimiento Nacional de Resistencia, incluyendo a los jefes militares. Los coches de la policía estaban aparcados afuera y tomaron nota de todos los invitados, pero no tocaron a Nadine. Estábamos totalmente seguros. Se limitaron a tomar nota de quién iba a cenar. A lo largo de toda mi vida, mi don principal ha sido una cómica falta de tacto: me declaro culpable. De manera que al final pregunté a aquellos tres grandes líderes: «Miren, la ocupación por las waffen-SS fue muy mala; se les daba muy bien aquello de ocupar. Pero de vez en cuando matábamos a uno de aquellos bastardos. Ustedes no han tocado a un hombre blanco. Ni a uno solo. En Johannesburgo, la proporción es de 13 a uno. En la calle, lo único que tiene ustedes que hacer es cerrar los brazos y ahogarán el blanco. Ni siquiera necesitan ustedes armas. Trece a uno. ¿Qué demonios es lo que pasa?» Uno de los dirigentes de la ANC dijo: «Yo puedo contestar. Los cristianos tiene los Evangelios; ustedes, los judíos, tiene el Talmud, el Antiguo Testamento, la Mishná; mis camaradas comunistas tiene en su mesa Des Kapital. Nosotros, los negros, no tenemos ningún libro».
Para mi fue un momento tremendo. La herencia que dejó Atenas a Jerusalén: que tenemos un libro, tenemos varios libros. Aquella fue una respuesta apabullantemente triste y convincente: «Nosotros no tenemos ningún libro».

Fuente: George Steiner, La idea de europa, México, F.C.E., Centzontle, Siruela, 2007, Pp. Nota a pie de página de 52 a 53.

martes, 16 de marzo de 2010

en la radio sobre la web

Esta charla inició una semana atrás. No fue convencional o, en un mejor sentido, no estuvo apegada a los parámetros tradicionales de comunicación interpersonal. Para llegar aquí no hubo que concertar una cita en tal o cual lugar; no hubo que marcar al teléfono del otro o utilizar los mensajes por celular; no hubo que conectarse al mensajero en línea. Para llegar aquí la necesidad de vernos los rostros o de escucharnos las voces fue eliminada con apenas dos o tres líneas e imágenes propias que ahora son del uso global. Marco concertó con Salvador y su servidor el estar aquí por el facebock. Y más aún, si la tecnología a nuestro alcance nos lo hubiese permitido, es altamente probable que tampoco estuviésemos acá, hablando a este micrófono que hace las veces de oídos multiformes… Estoy seguro de que hubiésemos hecho una especie de cyber charla, dejado el trabajo de edición al profesional; así nunca más vernos los rostros. Ahí hay una posibilidad infinita que la tecnología o, por este sentido, la red nos lo apremia. @ Sin embargo, la web está por pagar sus deudas. Aun cuando ya es posible portar grandes cantidades de información o enromes bibliotecas en apenas un espacio físico de 15 por 20 centímetros y media pulgada de ancho, los avances tecnológicos siguen teniendo enormes deudas, por lo menos en cuanto al expresión artística se refiere. Por ejemplo: en el siglo XIX, con la aparición de la fotografía, la pintura y la escultura se enfrentaron al reto de diversificarse. El resultado fue una propuesta interesantísima en la utilización de incontables materiales que provocó enormes obras de arte. Así, el nacimiento y expansión de la fotografía, que ahora es cliché, devino en revoluciones pictóricas, sobre todo, pariendo artistas aún intraducibles: enormes seres bajados del Olimpo sólo para pintar, llenar de colores una base y volver a su lugar. Es similar el espectro con la internet o cualquier sentido digital o tecnológico. Puedo ir a los mejores museos del orbe; visitar las propuestas más novedosas de las galerías más renombradas; pasearme entre los mundos novedosos del arte, todo con mi cámara de incontables megapitzeles y sin embargo nada está cerca ni al 0.05 por ciento. Sólo será una fotografía. La perfección de los colores, el borde de las tallas, el espectro de la obra se queda halla, quizá robe algo, minucias, pero en el recuerdo: la imagen no lo carga. Esa limitante, del tamaño del universo que se expande, es lo que separa a la fotografía del gravado, por ejemplo. Ese ejemplo se traslada a casi cualquier forma expresiva: los lectores lo dicen contundentemente. Leer en luz multicolor no significa leer en papel; la tangibilidad del acto es un espectro indeleble. En lo personal, en la tercia de blog’s que administro, cada uno con sus diseños individuales veo esa enorme necesidad de ofrecer la realidad espiritual de… La tecnología, la era digital, pues, va más allá reconocer el mundo en una pantalla con medidas estándar, de la velocidad del servidor, de la imaginación del navegante; va, también, por otros rubros, unos mágicos a los que sus creadores o modeladores han dejado para acicalar la fría bebida en el bar.

lunes, 8 de marzo de 2010

Emulado Prometeo [2 de 2]

Δúo
Mario Martín del Campo (1947; Guadalajara, Jalisco) es uno de esos prófugos. Viaja al Olimpo para, en total sigilo, asir algunos objetos. Sin embargo, en su categoría de hombre desconoce los secretos, las palabras mágicas, los toques de vara, que le permitan conducirlos intactos. En/por esa limitante lo que nos muestra son los bosquejos, las ideas, las imágenes de lo que allá para que acá imaginemos cómo, para qué… En esa transición de viajero de mundos se convierte en artista. Es un pasaporte sellado con algunas garantías; así como Dante volvió de los «otros lares» para narrarnos con tinta solipsisma lo que su incrédula vista sobrevoló, de la misma forma Del Campo lo hace; lo que nos trae no son noticias catastróficas o laderas goteantes de sangre sino los juguetes y las visiones divinas de nuestra inspiración. [/¨\] Sus figuras son representaciones del mito central: la ley que guía la rueda eterna del flujo de las cosas –alguna vez escribió Heráclito-. Los dioses no juegan a los dados, es verdad; sus entretenimientos son complejos, animados, estridentes… Alcanzar la imagen, penetrar en la retina del espectador, hacer ver al mortal de esto requiere que Del Campo se ocupe en madera, aluminio, policromadas y óleo; en tela, lino, plata o vidrio; sobre acero, laca y tinta litográfica; con gouache, latón, plata ébano; sobre tallas en caoba, papel en loso, relieve, dibujo y papel de cuatro caras; en bronce, mixta, sobre huevos de avestruz o fósiles de caracol y cochinilla y en encáustica con óleo. [/¨\] «Los poetas [y los artistas] nos han transmitido sus mitos, pero, ¿qué interpretación le daban ellos? Una incógnita» Las creaciones Del Campo lo evidencian: es un ladrón del Olimpo, un hombre que ha robado los juguetes, efigies apócrifas eternales. Una segunda cuestión, no menor, es saber si no ha sido descubierto o goza del albedrío de Zeuz, que quizá divertido ve en nuestras miradas el estruendoso asombro que nos tiene en el cuerpo. Sus imágenes fantásticas, en escultura, grabado y pintura, fueron diseñadas ex profeso. En nuestra moral humana objetos sin sentido que se desdoblan en su universo propio; a la vista pasan ociosas de función definitiva para los dioses. Algunos parecen retratos de insectos, animales fantásticos, de tamaño medio que parecen jugar, observar, meditar por este mundo aún confuso. [/¨\] El Prometeo que encarna Mario Martín del Campo trajo imágenes oníricas cargadas de teatralidad, en una propuesta varia que va de la pintura al dibujo; por la escultura a el arte objeto. Es probable que pueda ser parte de la construcción de este incompleto mundo; un artista-niño que hace figuras afanosas de espíritu o elementos animados que recobran del sueño en las tinieblas de la noche para jugar, vivir. Son en los museos, en las galerías, en los hogares, el re-ánimo de nuestros espacios agotados de hastiada sempiterna vida cíclica. Sus dibujos y pinturas son lugares limpios, divertidos y libres. Limpios, porque la pureza de sus colores no destella mancha alguna. Divertidos, porque juegan sin estar quietos, en su eterno andar trazan informes iconografías hablantes; primero en su interior luego entre nosotros, con nosotros, a nosotros. Libres o no; viajes inconclusos, juguetes robados que sin mecanismo son inanimados e intermediarios ahí-acá.

martes, 2 de marzo de 2010

Emulado Prometeo [1 de 2]

Hablo de un quieto recuerdo que sostiene al mundo.
Hablo de ábsides y naves, de estructuras demudadas
que sostienen el hilo del aliento.

Patria es un lugar tan lejano –exacto- construido por los ojos.

Hablo de la voracidad del viento y pregunto por la historia de mi rostro.

Hablo de un espacio:
Baño de espuma donde lilas asoman su amor a lo largo de la espalda. Abrigo de agua, ejercicio de materna estancia con que cubro el cuerpo: suave palabra que guarece al ángel de Betania.

Buan en «V», Imperio

έѵα
Luego de que Prometeo robara el fuego sagrado; a pesar de su tortuoso final inacabado, los emuladores proliferaron. Cientos de seres, semidioses, héroes u originales entes desearon o intentaron un acto símil: robarle a los dioses sus pequeños secretos para donarlos a la humanidad. En el simple trance lograrían trasponer su nombre en la enorme constelación de hechos valerosos, logrando la presencia en ambos mundos. En el Olimpo: un ladrón, un traidor, un desarraigado que violó sus propios designios creadores. En Gea: la muestra grata del libre albedrío y la nostalgia por la valentía sacrificante. Poco les detuvo conocer la dolorosa, implacable, venganza de Zeus y los suyos; fue insuficiente la importa dada a la estaticidad del encarcelamiento; pobre fue la atañiduría por deambular dolorosamente con las vísceras expuestas. [><] A diferencia de Prometeo muchos ladrones no han sido castigados con el mismo vigor o ni siquiera solventado pena alguna. Quizá viajar a los mundos de Hades; quizá revelar las traiciones o asesinatos entre Titanes, Dioses, semidioses y humanos; quizá explicar el funcionamiento mágico de la ciencia; quizá descubrir los secretos intrínsecos del arte, quizá desenmascarar los efectos desvelados de los sueños, no tengan el mismo peso delictivo como el hecho primero… Acaso nada más grave e inquietante; acaso la altitud exegética que la luz en la obscuridad; acaso nada más temerario que la posibilidad de ver las sombras a la espalda en la entrada cavernaria, acaso ahí la fuerza del rayo, de los mares, del universo, de las posibilidades infinitas

viernes, 26 de febrero de 2010

domingo, 17 de enero de 2010

La IMAGEN DE la memoria o LOS RETRATOS de la guerra [2 de 3]

La fascinación por lo exótico o Carl Nebel, las guerras y la sociedad

Carl (o Karl, según referencia) Nebel forma parte de un grupo de europeos que fascinados con la idea de «las Américas» promovida, en el siglo XIX, por el barón Alejandro de Humboldt llegaron para crear, contribuir y/o establecerse por ciertos periodos de tiempo en algunos países del novo continente. De esa atracción los avenidos viajeros produjeron sin fin de obras, en casi todos los planos culturales y humanísticos. _____ Prueba de ello son las cincuenta litografías, dibujadas no todas a color, del «Viaje pintoresco y arqueológico [que hiciera] sobre la parte más importante de la República Mexicana, en los años transcurridos desde 1829 hasta 1834» éste alemán. Sin embargo, el terminado fino de las impresiones, se afirma en el número 15 de los meses de octubre-noviembre de 1996 de la revista México en el Tiempo, se realizaron en los talleres parisinos de Lemercier, Bernard y Compañía, y de Federico Mialhe y hermanos. Cabe el apunte de que estos no sólo son los nombres de los –quizá- mejores grabadores franceses del siglo XIX, también estamos hablando de los epígrafes de los talleres litógrafos mejor equipados y avanzados del tiempo. _____ Aunado a todo lo anterior, varias láminas las trabajaron Arnould y Emile Lasalle, trabajadores del taller de Bernard y Frey. En otras intervinieron Cuvillier, para la arquitectura, y Lehnert, para las figuras. También, debe anotarse que no es un caso único; artistas de ambos continentes recurrieron a tecnología y conocimiento no habido en el continente. Otro de los litógrafos a los que el autor recurrió –excepto este caso- fue A. Jolly, en Viaje pintoresco sobre la parte más interesante de la República mejicana, en los años transcurridos desde 1829 hasta 1834, París-México, 1840. _____ En un primer acercamiento a estas litografías hallamos una mirada interesada por los colores y la convivencia social. Para el caso de estas líneas la docena de trabajos debe traducirse, en ese básico atisbo, como un viaje lúdico por el cerco nacional que el autor construye o un leve movimiento cadencioso para/por enamorar a la vista que se ahoga en las aguas decimonónicas del mito nacional.

viernes, 15 de enero de 2010

La IMAGEN DE la memoria o LOS RETRATOS de la guerra [1 de 3]

Carl Nebel y el retrato litógrafo en el México decimonónico
La guerra entre los Estados Unidos y México es una extraordinaria obra publicada cuatro años atrás por el museo «Soumaya», con «motivo de ciento sesenta años de la batalla de Buena Vista (22 de febrero de 1847)», escribe el curador Héctor Palhares Meza. La elegante edición, comentada por d. José E. Iturriaga Sauco (México, abril de 1912) e ilustrada por Carl Nebel (Alemania, marzo de 1805-París, junio de 1855), es un selecto adelanto a los festejos de bicentenario independentista. _____ Doce litografías con gouache y acuarela que enmarcan las batallas «de Palo Alto en Tamaulipas» (Batle of Palo Alto), «de Buena Vista en Monterrey, Nuevo León» (Battle of Buena Vista), «del Cerro Gordo» (Battle of Cerro Gordo), «de Contreras» (Battle of Contreras, «Assault of Contreras», inscripción manuscrita), «de Churubusco» (Battle of Churubusco), «del Molino del Rey» (Battle of El Molino del Rey) con los ataques «al Molino del Rey» (Attack upon The Molino) y «a la Casa Mata» (Attack upon the Casa Mata), «El asalto de Chapultepec» (The Storming of Chapultepec) con los ataques «de Pillow» (Pillow’s Attack) y «de Quitman» (Quitman’s Attack), las tomas «de Monterrey» (The Capture of Monterrey) y «de Veracruz» (The Capture of Veracruz y/o «Bombardment of Vera=Cruz», inscripción manuscrita) y «La entrada del general Scott a México» (General Scott’s Entrance into Mexico). _____ Los años de elaboración de las piezas oscilan entre 1847 a 1855 y 1847 a 1851, en tamaños que van de obra, o como dice el trabajo «mancha», de los 28 x 35cm., de 27.3 x 42.7cm., y de 27.3 x 43cm., y en el papel de 45 x 60cm. Impresos por Lemercier, en París, Francia. La docena llevan las inscripciones «Boyot lith», al centro, y «Entered according to act of Congress» («Dado de alta de acuerdo al acto del Congreso») a la derecha o izquierda indistintamente. Firmados, así, por «C. Nebel fecit».

martes, 5 de enero de 2010

Searched Playa Salamanca
En la vida conocí mujer igual a la flaca
[...]
Por un beso de la flaca daría lo que fuera,
Por un beso de ella, aunque uno solo fuera
Jarabe de Palo en La flaca
De pronto apareció una escena que me tenía en un camino bicéfalo: por un lado el analítico o frío, por el otro el carnal, por ende morboso. Decidir la postura no me fue fácil y continúa no siendo sencillo, aún cuando redacto estas líneas. La sinopsis advertía: «Al ganar un viaje para dos personas a un paradisíaco lugar llamado Playa Salamandra, Marina (Cecilia Suárez) descubre que no tiene con quién compartir su premio, por lo que decide invitar a Víctor (Enrique Orreola), un completo desconocido. Juntos descubrirán que para enamorarse no importan los escenarios idílicos ni las situaciones perfectas; si no existe la complicidad necesaria para amar, no habrá forma de mirarse a los ojos con amor». __________ Es obvio que no tendría por qué sentirme ofendido: el estilo en la redacción de este género jamás alerta de las imágenes trascendentales de filme alguno. Sentarse en la sala del cine después de leer esa pequeña anécdota de predicciones vagas no resguarda de nada en lo absoluto: pueden aparecer actos infantiles desgarradores, cruentos disparos que hagan volar partes humanas o sinuosas olas en un mar tan apacible que harían ver el paraíso bíblico como una vieja cantina maloliente. Estar en las butacas del salón con esas mínimas admoniciones no indican que se verán cafeterías u hoteles, viajes a un planeta en una galaxia conflictiva o hayan cortos que me recomienden tal o cual producto. __________ ¿Para qué diablos anotar eso de que para ser amantes es necesario la previa complicidad? Con una frase así, Saramago pudo escribir otra de sus dulces novelas o Pérez Reverte proferir una serie de insultos a la inteligencia lectora con el tradicional «me cago en la cabeza de cristo». Y, sin embargo, ver encuerada [que no desnuda] a Cecilia Suárez, en su papel de Marina, presta al coito en un estado semi frígido, devastador para una mujer entrada en años, que debe abrir las piernas para dejarse penetrar por un casi desconocido Víctor, actuado por Enrique Arreola, no tenía caso de espera. Sabía que ese par tendría que hacer algo carnal. Esperaba una escena en otro motivo, con distinto sentido; quizá más rosada, con leves temblores o miedos reflejados en los movimientos de las manos al recorrer el cuerpo ajeno. Pero no. No fue así. __________ Respeto el trabajo de los demás. Aún cuando sea malo, a pesar de que deje a desear, no lo critico. Guardo el comentario y listo: secreto a la tumba. Pero entre Ernesto –director- y Carlos Contreras –guionista- lograron que el cuadro fuera a otro filme: leer la imagen propone otra obra –tema para otro texto-. En fin. Me detuve en otra cosa. Preferí los detalles en el cuerpo de ella. Decidí conscientemente rentar la película para volver a ese momento; quería ver los pormenores de la textura corpórea de la señora: la piel, los huesos, la carne. Como carnicero, ver los cortes, devastar cada lugar y seccionar, seccionar, seccionar... __________ Luego, la busqué en el mundo real. Sigo buscándola. No porque quiera penetrarle como Víctor o busque la muñeca sin alma: cero colores, cero aromas, cero ánimos de llevarlo al éxtasis. La busco por un capricho de tocar las costillas. La busco por un capricho de rosar la piel perfecta. La busco por un capricho de saborear todos los rincones. La busco por un capricho de encontrar la diVa que me pierda el corazón.
- ¡Corte! No queda, seguimos mañana. Estoy hasta la madre –agotado.

viernes, 1 de enero de 2010

Hugo-Sheldon


Los idus de agosto

[…]tu, eva, además de sufrir todas las incomodidades del embarazo, incluyendo las náuseas, también parirás con dolor, y, pese a todo, sentirás atracción por tu hombre, y él mandará en ti, Pobre eva, comienzas mal, triste destino va a ser el tuyo[…]
Estaba sorprendida consigo misma por la libertad con la que le había respondido al marido, sin temor, sin tener que elegir las palabras, diciendo simplemente lo que, en su opinión, el caso requería. Era como si dentro de sí habitase otra mujer, con nula dependencia del señor o de un esposo por él designado, una hembra que decidía finalmente, hacer uso total de la lengua y del lenguaje que el dicho señor, por decirlo así, le había metido boca adentro.
José Saramago en Caín

La vista que tuve de la escena fue espléndida. Cerca de H, a unos sesenta o setenta centímetros, y alejado para ver lo que sucedía a su alrededor. Las miradas se posaban todas, completamente, sobre él. Ninguno de los presentes dudaban en quitarle de encima momento de atención; de hacerlo perderían un instante de esos que ya casi no existen. Un par de compañeros de la universidad lo acompañaron; un ritual que los hacía cómplices obligados a toda lealtad. Casi místico, el tiempo se le detuvo en los dedos, entre las manos. Ahora que lo recreo pienso que en su ensimismado momento no escuchaba ni el viento, ni el ruido, ni los leves balbuceos ni nada, nada. Todo consistía en abrir ese paquete. Lo hacía con temor, prudencia, esmero, con cualquiera de esas palabras que se designan para abrir algo que debe-requiere ser abierto con el mejor y el mayor de los cuidados. Sacó despacio su nueva, «de paquetito», notebook: negra, con ese olor que tienen las cosas nuevas, le fue quitando toda envoltura y poniendo y ubicando los implementos sueltos que debería llevar incrustados. Querido lector, deberá pensar que esta lectura es ociosa y/o cansada, pero es de vital importancia reproducir en la imaginación de cada uno de nosotros este hecho porque ahí se encuentra la clave de estas letras. El hecho de abrir ese paquete intimó con rompimientos y enfrentamientos de maneras casi milagrosas para él y su madre, para el y su historia generacional, para el y nadie másLa golpiza recibida fue tremenda. El médico recomendó una medicina que era, por el lugar donde se encontraban, inconseguible: no habían formas «civilizadas» de llegar a la capital y eran costosas, además. Así que con ungüentos y algunos trucos de medicina tradicional la mujer pudo recuperarse al tiempo. Sin embargo, la paliza había valido la pena. Ahora su señor, ese del que el cura habla y en las pláticas de la parroquia dicen se debe obedecer porque es palabra divina, tuvo que aguantar: ella había decidido y, a pesar de los golpes, había ganado. Sus palabras fueron más fuertes y contundentes que los puñetazos de su esposo en el rostro. -No, dijo ella. No puede ser. Él tiene que irse. Para eso es la vida. No, dijo alzando la voz. No puede quedarse. No puede conocer sólo esto: tierra, resequedad, vacas; un campo que siempre está triste y el sol parece encaprichado en quemarnos. No, tratando de calmarse. No dejaré que se quede: debe irse, intentarlo. Quizá nunca, después de un tiempo, vuelva. Ese será el mejor pago.- Su señor no respondió. Los puños se alzaron para castigar primero la boca, luego cualquier parte del cuerpo. Cuando H trató de controlar la situación la tormenta se desató: también fue paleado, con puños hechos mazos y duros puntapiés. No se defendió. Su objetivo era quitarle ese monstruo de encima. Él era quien se iba, el debía pagar la cuota, H tendría que soportar ese calvario, porque así es, así debería ser… Ese pequeño objeto sintetizaba una o mil luchas llevadas ahí. H había decidido irse a la capital, a estudiar, con un sinfín de precariedades y retos por cumplir. Así que la notebook era abrir no un premio obtenido por una beca secreta… Ojos que brillaban, como cuando la espera ha sido tan larga que ese premio, ahí, es casi increíble, imposible de saber que fue así… Digo antes que fue un ritual cómplice porque sus compañeros universitarios lo habían incitado a violar otra regla: la de enviar el dinero de la beca al pueblo, donde su padre la recibía para embriagarse. Esta ocasión los meses de ahorros se fructificaron con la adquisición. H no ignoraba que esa transgresión tendría nuevos altos costos: estaba dispuesto a pagarlos. Así que mirar la computadora reproducía un leve, apenas leve, movimiento de los dedos, nervioso y eufórico y tenso… Yo, desde aquí no tendría que tomar acto del hecho: cómplice espero su vuelta con los ojos morados.

Cómo sostener una columna literaria

R. van der Mejiden, Strawberries on a plate , Gouache, 33x35cms, 1979. Cómo sostener una columna literaria   Edgar A. G. Encina Una vers...