lunes, 30 de marzo de 2009

Deux. Le sale espori [serie I. Guardado]




Dos. La sucia esperanza»: pretextando a Sarte]
Pensar, ergo, es un verbo dicotómico. Por un lado, placentero y melancólico. Por otro, que iguala la humanidad y origina al individuo. Ambos aparentan un camino en bifurcación infinita, sin embargo son uno mismo; en el engaño se haya la ilusión de la segunda prueba. Pensar la originalidad como el acto único, momento que dios tocó sólo para el desposeído, es la argucia a imponer: es el acto pensado o el momento creativo una forja personal. Como se piensa se es. Como se crea se es. ђ Ningún pensamiento u motivo original es único, regularmente es una divergencia o alteración en la forma, en los medio de ejecución, en los medios disponibles. No hay demerito, aunque la tesis filosófica sea desangeladora porque descubrir e innovar, es importante, fructífero. Por eso el acto novedoso de pensar, de pensar de manera diferente; de imaginar, de crear sin precedentes, de hacer lo que todos son capaces de hacer pero sublime es la meta del que lee, del que escribe, del que pinta, del que grava, del que esculpe, del que compone, del que lleva a cuadro.[i] «Todos los escritores [todos los artistas] son vanidosos, egoístas y perezosos, pero –dice Orwell- en lo más profundo de sus motivaciones yace un misterio. Escribir un libro [gravar o esculpir] es una batalla horrible, agotadora, como la larga crisis de una dolorosa enfermedad. Nadie emprendería una cosa si no se viera guiado por un demonio al cual no se puede ofrecer resistencia alguna y que, por otra parte, uno no puede entender».[ii] ђ Shaitan, es ese demonio. Shaitan, el que «tentó» a Eva e hizo ver en Adán su soledad en estancia edénica o su mortal compañía para prodigarse en el sexo de ella. Shaitan, es el hermano terrible que condujo a la inocente pareja entre las columnas de la vida y la muerte, para mostrarles oriente y darles de beber tragos dulces y amargos del pensamiento y la creación. Shaitan, el inventario de mitos, procreador de las «grandes historias» de las que se nutre la literatura occidental. Shaitan, el que sirvió en una manzana le sale espori sartreana. ђ La sucia esperanza o Schwermut steineana, es la radiación, la «materia oscura» primigenia que contiene la tristeza, la pesadumbre, que es asimismo motor para la creatividad y el pensamiento. Por ello, todo pensador o artista, todo filósofo o creador; todo el que lee o escribe, que pinta u observa, que interpreta o escucha, debe veneración odiosa a Shaitan, porque al darnos la palabra sagrada en la iniciación nos parió entre las llamas de un eterno Fénix que iza la inmortalidad del pensamiento y, al tiempo, nos condenó en su deletreo a abandonar un paraíso construido para nosotros. ђ Por eso -volviendo a Orwell- los artistas e intelectuales son vanidosos, egoístas y perezosos. ¿Qué más puede dar una creación humana que el hiperbólico mundo de los sueños tangibles? Quizá sean de esa forma porque –dice Susan Sontang citando a Hegel- sabedores de que la belleza del arte es «más elevada» que la belleza de la naturaleza, se auto erigen en la cúspide humana donde el espíritu se recrea en [pro]creación.[iii] O, es probable que se comporten así porque están desesperanzados. Sin embargo, escribe Sonia Viramontes, «[n]ada está claro señor Platón. No hay separación entre el cuerpo y el alma. No todo está claro, señor Descartes. Las ideas no son tan claras, ni nos salvan de nada Ya ven ustedes».[iv]


[i] Cfr. Diez (posibles) razones para..., pp. 27 a 35.
[ii] George Orwell, Por qué escribo.
[iii] Cfr. Susan Sontang en «Un argumento sobre la belleza» en la revista mensual Letras Libres, México, Febrero 2003, Año V, Número 50, pp. 12 a 15.
[iv] Sonia Viramontes, El hábitat del Minotauro (Ensayos sobre arte y literatura), México, Ediciones de Media Noche, Instituto Zacatecano de Cultura, p.16.

martes, 24 de marzo de 2009

Eins. Anklebende Traurigkeit [serie I. Guardado]

Uno. Tristeza que se adhiere a nosotros»: Steiner]
Apunta el Génesis que luego de que Adán y Eva fueron creados en «perfecta armonía con Dios» este les brindó el paraíso edénico bajo la condición de que jamás tomasen fruto del árbol de «la ciencia del bien y el mal», de hacerlo conocerían la muerte. A pesar de la advertencia Eva, seducida por Shaitan «el tentador», resolvió degustar del fruto prohibido. Adán, al verla, determinó emular el hecho, por el enorme amor que le prodigaba.[i] «Y [así] lo sacó Jehová del huerto del Edén, -afirma el Génesis- para que labrara la tierra de la que fue tomado. Echo, pues, fuera al hombre, y puso querubines al oriente del huerto del Edén, y una espada encendida que se revolvía por todos lados para guardar el camino del árbol de la vida».[ii] La «falta primordial» talmúdica trajo el pecado, que a su vez devino en trabajo, enfermedad y muerte. Sin embargo, recientes interpretaciones en la tradición judaica aseveran que el acto resultó de enorme gozo divínico, porque significó el proceso iniciático al que se someten todos los hombres: el de la autonomía del acto y la realización del pensamiento.[iii] Tomar del árbol de la «ciencia del bien y del mal» constituye la prueba primera al neófito: el dolor imperecedero de la existencia, el tormento que guía al «libre albedrío». Y, es esa prueba primera, quizá, la más doliente y placentera; «[p]ensar –dice George Steiner- es algo supremamente nuestro; [que] se halla oculto en la más íntima privacidad de nuestro ser. Es también el más común, manido y repetitivo de los actos. La contradicción no puede resolverse».[iv] Pensar nos hace. Las reacciones y opiniones que emitimos, descartamos, reservamos o disfrazamos nos son, en propiedad inequívoca, aunque la obviedad acuse, nadie puede pensar por otra persona ni dilucidar el pensamiento ajeno: muy a nuestro pesar el pensamiento viaja por las extremidades del universo, es infinito; sin embargo no hay posibilidad fuera. El pensamiento o el más sublime acto del «libre albedrío» es gozoso y melancólico. Parménides afirmó: ser es pensar, pensar es ser. Identificación, axioma fuente y límite para la filosofía occidental.[v] Pensar, Penser, Think, Denken: poseer el mundo, en sí, conmigo, éxtasis de la procreación del ego… Compartimos ejes pensantes. Por ejemplo, cuando un niño descubre o interroga, cuando se encuentra asombrado o se sabe todo poderoso. Lo vemos, y cuando se pronuncia el «es inteligente» un áurea rodea a ese pequeño pensamiento con el nuestro, en uso. Somos felices y trises. Felices porque discernimos que pensar lo hace, es. Tristes porque sabemos que pensar lo hace mortal, dejar de ser. Es melancólico y ufano pensar. A cada descubrimiento que dé, a cada nuevo paso que supere, a cada muevo apotegma individual le estará presente el éxtasis de pensar y esta tristeza que se nos adhiere de haber perdido el paraíso. Así, «[…]esta es la tristeza que se adhiere a toda vida mortal, -afirma Schelling- una tristeza que, sin embargo, nunca llega a la realidad, sino que sólo sirve a la perdurable alegría de la superación. De ahí el velo de la pesadumbre, el cual se extiende sobre la naturaleza entera, de ahí la profunda e indestructible melancolía de toda vida. Sólo en la personalidad está la vida; y toda personalidad se apoya en un fundamento oscuro, que, no obstante, debe ser también el fundamento del conocimiento».[vi]
[i] Cfr. Génesis, especialmente: 1-3, 2:17 y 3:19.
[ii] Génesis 3:23 y 3:24.
[iii] La «falta primordial», que el Talmud se le escribe: החטא הקדמון, y en hebreo: haJet haKadmon.
[iv] Diez (posibles) razones para..., p. 35.
[v] Cfr. Diez (posibles) razones para..., pp. 12 a 14.
[vi] Friedrich Wilhelm Joseph Von Schelling, Investigaciones filosóficas sobre la esencia de la libertad humana y los objetos con ella relacionados, España, Anthropos, 2004.

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